jueves, 7 de junio de 2012

Semana de las mujeres reales

Tras tres meses alejada del blog por cuestiones académicas, no podía dejar pasar la oportunidad de hacerme eco de la iniciativa creada en las redes sociales de la semana de las mujeres reales.

La idea es reivindicar la imagen de la mujer que no es perfecta, de la mujer que tiene curvas (e incluso, michelines), que puede salir a la calle sin maquillaje y no tiene remordimientos en comerse una tarrina de helado mirando una película.

Pero, ser mujer real debería ser mucho más. 

Ser mujer real es ser capaz de tomar tus propias decisiones y no ser juzgada por ello. Es ser capaz de luchar por ser un alto ejecutivo aunque eso signifique renunciar a una vida familiar. O dejar un puesto de trabajo importante por criar a tus hijos. Porque ambas opciones son válidas y ninguna mujer debería ser juzgada por sus aspiraciones laborales o familiares.

Ser mujer real es ser capaz de discutir de Proust, de Chomsky y de la situación de Bankia pero también poder hablar de un vestido de Zara o de unos tacones. Porque una mujer real puede conocer el mundo que la rodea y y tener una opinión válida pero también puede saber de algo tan banal como los colores que se llevan este verano. Porque una mujer real sabe andar con unos zapatos de ocho centímetros y leer el periódico. 

Ser mujer real es tener claro que se puede salir a la calle en chandal y con el pelo secándose al viento. Y que se puede andar por el paseo marítimo en bikini aunque no se tenga una talla 34. Pero además, una mujer real sabe que ir a la peluquería, maquilarse y ponerse un vestido para ir a una cena de gala o simplemente porque a una le apetece. Porque ni uno ni otro son incompatibles. Porque para una mujer real hay tardes de pizza con la camiseta de propaganda, fútbol y juegos de mesa pero también noches de cava, baile y hoteles con spa.

Ser mujer real es ser capaz de cambiar una bombilla y de hacer una tarta. Porque ha aprendido a ser independiente, a coger el transporte público por la noche y a subir las escaleras con la compra. Pero también es dejar que te lleven el desayuno a la cama, que te ayuden a cargar con tus maletas. O que no te moleste que te abran una puerta al entrar.

Ser mujer real es luchar por tus sueños, sean ser la mujer de un rico empresario o convertirte en CEO de una empresa. Es no dejar que nadie te diga cómo tienes que vestirte, qué debes comer ni a que edad debes casarte. Es poder decidir quien quieres tener a tu lado y no ser juzgada mientras lo encuentras. Porque ser mujer real es también tener sueños, aspiraciones e intentar cumplirlos. Es no dejarse guiar por el "qué dirán" ni por lo que digan los estándares sociales pero es también querer tener a alguien para quien, con una u otra talla, seas una mujer real.

Porque ser una mujer real es ser tu propio planeta y no un mero satélite. 








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