El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas
tonterías que cometen.
William
Shakespeare (1564-1616) Escritor británico.
¡Ay, el amor! Ese sentimiento que mueve pasiones del que se escriben
canciones, poemas, novelas y películas; del que todo el mundo habla… para bien
o para mal.
Mi idea era escribir un post sobre un puente en Wroclaw, el puente de los
enamorados: lleno de candados y que, durante siglos, fue la única forma de
acceso a la catedral. Pero, un año más, llegó
el 14 de febrero y San Valentín ocupó la mente de cientos de personas, tanto de
los que lo celebran y los que dicen odiarlo.
En mi caso, no sólo lo considero el día de los enamorados sino un día para
celebrar el amor en general. Y siempre me ha llamado la atención es porqué se
critica tanto este día. Sí que es cierto
que tiene una faceta comercial pero, ¿por qué nos negamos a celebrar este día
alegando que “quien está enamorado lo está todo el año” y que no hace falta un
día para decirle a alguien que le quieres, pero en cambio sí que celebramos el
día del Padre o de la Madre –que también
es una forma de consumismo-?
El 14 de febrero en Polonia, o al menos en Wroclaw, es igual que en cualquier
otra ciudad occidental: los restaurantes tienen menús especiales, las tiendas
venden distintos artículos con la forma de corazón… y por supuesto, se venden rosas
rojas.
Vengo de un país donde, desafortunadamente, se ha perdido la costumbre de regalar
flores. Y si bien en Alemania sí que existe esa hábito (cuando vas a visitar a
alguien o es el cumpleaños de un amigo), desde el primer momento noté que en
Wroclaw, se compran y se regalan muchas plantas y flores. El día de San Valentín no iba a ser la
excepción asi que me he encontrado andando por el centro de la ciudad rodeada de
hombres, volviendo a casa con ramos. Creo
que, nunca, me había cruzado con tantas personas con flores.
He sonreído disfrutando de la imagen. ¡Qué simple y bonito es el gesto de
regalar una simple rosa!
¿Y a ti no te regalaron ninguna flor?
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