"(...) last year the 40,000 spots for the BMW BERLIN MARATHON sold out in just three and a half hours,"
SCC Events. Berlin Marathon website
=================================================================================Eran ya las 0900 cuando apagué el televisor. Los corredores de la Maratón ya habian salido hacía unos quince minutos. Mi plan inicial: ir al km 18, al lado de mi casa, para ver pasar a los primeros (y las primeras) y mientras los campeones se daban prisa en recorrer los 24km que les quedaban, yo intentaría llegar al centro para ver su llegada. Total, yo sólo tenia que hacer 6km mientras ellos corrian unos 24. Y ademas, me daba tiempo hasta a comprar un café para el camino.
Con un capuccino para calentar mi mañana hasta que el sol hiciese su labor, esperé ansiosa la llegada de los keniatas, mientras veia pasar a los primeros atletas: los corredores en silla de ruedas. Mientras les aplaudía, mi mente se supo a recordar la pasada edición que seguí desde el km 21. Fue hace un año cuando empezó a picarme el gusanillo de sufrir esos 42 kilómetros. De calzarme unas zapatillas y, por una vez en mi vida, tener la plena conciencia que sólo dependía de mi ese reto, ese sufrimiento. Porque una maratón es una lucha contra uno mismo y quizá, sea la única que realmente podemos elegir a lo largo de nuestra vida (el resto, viene dadas simplemente por el hecho de vivir, del destino). Quizá sea porque en esta maratón uno no corre solo: tiene a miles de participantes a su lado, a cientos de voluntarios que hacen posible que esto ocurra echándole un cable y a miles y miles de personas animándole.
Casi dos horas más tarde, y mientras yo me iba moviendo en dirección contraria a los participantes, decidí que era hora de acercarse un poco más a la meta. No estaba ni a mitad de la carrera y no paraban de pasar atletas. Incluso había momentos en los que los corredores se salían de la calzada (de tres carriles) a la acera en busca de un espacio por el que correr!. Pero, siendo casi las 11 de la mañana, opté en acercarme a ver el ambiente cercano a la meta y asi ademas comprobar la condicion de los corredores. Si ya tenía decidido intentar correr la edición del 2014 desde hacia muchos meses, no por ello, iba a quedarme sin hacerme una idea que en que estado podré terminar yo, de aqui a 364 dias (el domingo 28 de septiembre de 2014).
Conseguí llegar (en metro) a Potsdamer Platz. Y ahí, a 4km de la meta me hice un hueco para ver en primera fila a los corredores. Sabía que, aunque me separaba un km de la meta, iba a ser prácticamente imposible acercarse por allá. Y tras haber pasado dos horas aplaudiendo a los corredores y sacando fotos y vídeos, esta vez me dediqué a disfrutarla: a simplemente captar los gritos de ánimo de mi alrededor, el momento ese en el que el corredor se para al ver a su familia y corre a besarles y abrazarles antes de seguir su camino, los ánimos nacionalistas (los de las polacas cada vez que veían a un corredor con la camiseta polaca, por ejemplo), las risas al ver a un corredor disfrazado, el abuelo que se conoce a la mitad de los participantes y no para de animarlos por su nombre pero sobre todo, poder dejar la mirada perdida para sólo poder distinguir colores y movimientos de esos 40.000 pares de zapatillas, solo un bulto formado por miles de personas que llevaban más de 3 horas corriendo. Y entonces, volver a fijarme en los detalles y ver la sonrisa de algunos, los bromas de otros, las miradas a los relojes, las caras de sufrimiento pero de empeño.... E incluso, las muecas y el dolor de aquellos a los que sus piernas les dijeron que no, que no pensaban avanzar más.
Entonces recordé mis rodillas y lo felices que van a estar si las hago correr 42km por carretera. Y dudé... tres segundos. Ante mis ojos, tras más de 4 horas de carrera, seguían apareciendo corredores de distintas edades, nacionalidades, con distintas formas físicas... Al fin y al cabo, correr una maratón es mucho más que una prueba física, es una lucha mental: es un tira y afloja psíquico.
Pero también el maratón de Berlin es más que 42 km; es una fiesta de la ciudad, de los que se calzan unas deportivas y salen a correr a las 6 de la mañana a menos 5 grados por el Tiergarten y de los que disfrutan viendo el deporte; es un canto a la unidad y la historia de la ciudad (hasta 1990 recorría sólo Berlin oeste.Y empieza y acaba en la Puerta de Brandenburgo); a la interculturalidad y al respeto; es una visitia cultural (apenas tiene recorrido "por las afueras" ni tiene necesidad de formar recorridos complicados: es prácticamente dar una vuelta al centro. Y encima ves prácticamente todas las atracciones turísticas y monumentos).
En definitiva, que si la suerte nos acompaña, el próximo año, me habré ganado mi vuelta a casa en metro, psicológica, física y culturalmente.
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